En la consulta del Psiquiatra infantil, un niño con déficit atencional le cuenta al médico que sus pensamientos son como mariposas…”son lindos, pero se van volando”, le dice. Tiempo después, luego de responder favorablemente al tratamiento farmacológico, el niño le explica que ahora él es capaz de “atrapar sus pensamientos con una red.”
Esta anécdota, que aparece en el libro Delivered from Distraction de Ned Hallowell y John Ratey (2005), me parece maravillosa y elocuente, como también de un simbolismo muy poderoso. Esas bellas mariposas que se le escapan al niño hasta que logra “atraparlas”, capturan a mi juicio la esencia de lo que hoy conocemos como déficit atencional. La dificultad para mantener la atención enfocada en una tarea -uno de los síntomas cardinales del síndrome- es fuente de desconcierto y frustración para quienes sobrellevan esta condición.
Encuentro genial que al niño se le haya ocurrido la metáfora (Se sabe, muchas veces el déficit atencional se asocia a una gran creatividad y a un estilo intuitivo de abordar los problemas). Hay que ver que la mariposa ha sido una imagen recurrente a la hora de representar la transitoriedad de los procesos y contenidos mentales. Por ejemplo, Homero relataba que en el momento de la muerte, la psiqué (o aliento vital) salía volando por la boca del difunto como una mariposa (que en griego también se escribe psiqué). De ahí la metáfora de una mariposa volando para aludir a la mente inquieta y de una mariposa en reposo para representar a la mente contemplativa.
Del mismo modo, en ciertas tradiciones orientales se ha utilizado esta analogía para representar el funcionamiento típico de la mente no entrenada en el arte y la disciplina de la meditación. Un ir y venir constante del flujo de pensamientos, recuerdos, imágenes y sensaciones que constituyen los contenidos de la conciencia segundo a segundo. Tal como una mariposa que revolotea de aquí para allá y jamás se queda demasiado tiempo en un lugar fijo.
Ahora bien, si consideramos las cualidades de la mente (o lo que en psicología se conoce como “estilo cognitivo”) de las personas con déficit atencional, y las características propias de esta condición, tendríamos que imaginar una mariposa capaz de teletransportarse. Una mariposa tan veloz, que ni ella misma sabe dónde va a ir a parar cuando se aburre de estar en una flor por mucho rato. Una mariposa tan aventurera como intrépida. Una mariposa de colores ciertamente distintos a los de las otras mariposas, y, cómo no, una mariposa que puede meterse en muchos problemas, pues si no se fija bien, al lado de la flor menos pensada puede estar esperándola alguno de sus muchos enemigos naturales, listo para engullirla al menor descuido.
Por suerte, al igual que nuestro pequeño amigo -que logra capturar a esas mariposas traviesas, y así sus pensamientos ya no se le escapan-, muchas personas (niños, adolescentes y adultos) pueden recibir ayuda eficaz gracias a los tratamientos que las ciencias de la salud mental han venido desarrollando desde que George Still publicara, en 1902, los primeros estudios acerca de esta misteriosa condición lamada déficit atencional.